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¿Qué es la resistencia a la insulina?

¿Has escuchado sobre la resistencia a la insulina? Es un término que, a pesar de ser muy mencionado, es poco comprendido y sobre el cual es fácil encontrar información que no es totalmente cierta o que genera mucha confusión.

Para comprenderlo mejor, comencemos por conocer qué es la insulina y cuál es su función: se trata de una hormona que se encarga de llevar la glucosa (que obtenemos de los alimentos), desde el torrente sanguíneo a las células de los músculos, hígados y grasa, donde es procesada para cumplir distintas funciones en el cuerpo. La insulina es como una llave que abre las puertas de las células, para que la glucosa pueda entrar a ellas.

Sin embargo; cuando hay un exceso de glucosa en la sangre, la mayoría de las veces, como resultado de un alto consumo de azúcares refinados y otros alimentos altamente procesados, así como por algunos factores genéticos, se necesita más insulina (llaves) para que ésta entre a la célula. El páncreas produce más insulina, pero las células empiezan a rechazarla (sigue habiendo puertas, pero las llaves ya no abren) y esta condición es la que conocemos como resistencia a la insulina.

Cuando el cuerpo empieza a dejar de responder ante la insulina, la glucosa deja de entrar a las células y ambos empiezan a acumularse en la sangre. Cuando la glucosa se encuentra elevada por periodos prolongados de tiempo, es cuando puede derivar en prediabetes y en diabetes mellitus tipo 2.

El exceso de insulina en la sangre además, puede ocasionar acantosis nigricans, que es un oscurecimiento en la piel, que se observa en la parte trasera del cuello, en codos, axilas o rodillas; otro padecimiento relacionado con la resistencia a la insulina es el Síndrome de Ovario Poliquístico.

¿Qué puedo hacer para evitarla? Cuando hay resistencia a la insulina, observamos niveles elevados de esta hormona en la sangre, que puede estar acompañada o no, de glucosa elevada; así mismo, esta condición no presenta síntomas, por lo que las conductas preventivas son muy importantes para evitar su aparición, si cumples con alguna de las siguientes condiciones, lo recomendable es que cada año te realices estudios o acudas a revisión médica con un especialista, para asegurarte de que tus niveles se encuentran dentro de lo normal:

  • Tener sobrepeso u obesidad.
  • Tener un familiar directo con diabetes mellitus tipo 2 o con antecedente de resistencia a la insulina.
  • Circunferencia de cintura mayor a 90cm si eres hombre u 80cm si eres mujer.
  • Tener más de 45 años de edad.
  • Inactividad física.

Tengo resistencia a la insulina, ¿qué puedo hacer? Si ya te han detectado resistencia a la insulina, lo recomendable es que un profesional de la nutrición te de tratamiento y te brinde acompañamiento para lograr un cambio de hábitos paulatino, que incluya incorporar más fibra y alimentos naturales; así como reducir la cantidad de azúcares simples y harinas refinadas en tu alimentación. También reducir la masa grasa corporal e incrementar masa muscular, ayudarán a que esta condición mejore y se evite su progresión.

La detección y el tratamiento oportunos de la resistencia a la insulina pueden reducir el riesgo de complicaciones relacionadas con la glucosa elevada, por lo que, si conoces más sobre ella y trabajas en prevenir los factores que favorecen su aparición, son una gran forma de cuidar de tu salud.

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No seguí mi plan de alimentación, ¿qué hago?

No seguí mi plan de alimentación al pie de la letra, ¿es mejor esperar a llevarlo al 100, para volver a mis consultas?

¿Te ha pasado que inicias un tratamiento de nutrición y no lo terminas por falta de motivación o por no saber cómo reponerte ante las dificultades?  ¡Esto es algo de lo más común! Pues suele pasar, que al empezar a seguir un plan de alimentación, hay temporadas en las que todo nos sale de acuerdo a lo esperado, nos sentimos muy bien, vamos viendo resultados y tenemos mucha motivación… hasta que de pronto algo sucede que cambia nuestra rutina: festejos en el trabajo, cambios en la rutina, eventos sociales, comidas familiares, sentirse desanimado, etcétera… situaciones que nos orillan a no seguir el plan tan fácilmente como lo hacíamos al principio.

Muchas personas se llegan a sentir culpables y frustradas ante estas situaciones, pues piensan que no llegarán al objetivo o temen que al ir a su próxima consulta de nutrición, serán regañados. Por este motivo, un gran número de consultantes (pacientes) prefiere esperar a volver a sus consultas hasta que hayan retomado su plan. Pero, ¿es esto una buena idea?  Yo diría que no, pues esto en realidad ocasiona que la mayoría de las personas termine por abandonar sus tratamientos.

Algunas veces sucede que por poner demasiada atención a lo que no hemos hecho, no volteamos a ver lo que sí hemos logrado. He observado cómo algunos de mis pacientes acuden apenados a consulta al sentir “que no siguieron su plan”, pero al profundizar sobre esto, terminan dándose cuenta de que han mantenido varios progresos y de que el resultado no es tan malo como lo imaginaban; de hecho, el tener tan identificado lo que sintieron que no pudieron hacer, ayuda mucho a poder desarrollar juntos un plan que permita superar estas barreras.

Nuestra vida se compone de subidas y bajadas, que muchas veces afectan nuestros planes, pero la clave es vivir los cambios de rutina con autocompasión y paciencia, y aprender a recuperarnos de los malos momentos. Nadie tiene por qué regañarte cuando tuviste dificultades para apegarte a tus metas, al contrario! Son momentos de los que se aprende mucho, pues se generan estrategias para afrontar las distintas problemáticas que van surgiendo; después de todo, estamos hablando de que un buen tratamiento de nutrición involucra cambios en el estilo de vida que se trabajan a largo plazo y no se trata de solamente seguir una “dieta o régimen” y ver “cuánto tiempo logramos aguantar”.

Para que un plan sea realmente efectivo a largo plazo y se eviten abandonos y rebotes, se necesita aprender de lo que nos cuesta trabajo e identificar cómo podemos superarlo. Esto se logra con un buen acompañamiento y trabajo en equipo entre tu personal de salud y tú, con el fin de poder desarrollar herramientas personalizadas.

No temas volver a tu consulta de nutrición si sientes que no has hecho todo tal cual, te sorprenderás de todo el provecho que puede sacarse de las dificultades!

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Automonitoreo: ¿qué es y para qué sirve?

Actualmente, un gran porcentaje de personas vive con alguna enfermedad crónica o condición metabólica (obesidad, diabetes, síndrome metabólico, resistencia a la insulina), cuya principal característica de tratamiento es que requiere de un cuidado constante a lo largo de toda la vida, para evitar complicaciones a la salud.

Para poder mantener este control que es necesario, el automonitoreo es un hábito saludable muy importante. Consiste en observar ciertas conductas o parámetros, sobre los que podremos conocer patrones, comportamientos y el efecto que tienen en nuestra salud.

Hay distintos tipos de automonitoreo, algunos de los más comúnmente usados son:

  1. Automonitoreo de glucosa. Es muy utilizado en el manejo de personas que viven con diabetes, consiste en monitorear los niveles de glucosa en sangre, en distintas situaciones, para poder tomar decisiones de tratamiento tanto de alimentación, como médico.
  • Automonitoreo de emociones. ¿Sabías que hay numerosas emociones? Muchas veces no nos detenemos a observarlas, identificarlas y conocer qué impacto tienen en nuestras acciones diarias. Aprender sobre nuestras emociones nos permite establecer relaciones entre cada una de ellas, nuestras acciones de autocuidado y de qué manera éstas modifican algunos valores de salud, como la glucosa, tensión arterial, peso o forma de comer.
  • Automonitoreo de peso. Para algunas personas, el monitoreo de peso en momentos clave, representa una forma de saber si van por buen camino para alcanzar las metas planteadas. Este monitoreo debe hacerse siempre con una intención clara y con la frecuencia acordada junto con tu profesional de salud, pues si se lleva a cabo de manera incorrecta, puede ocasionar frustración.
  • Automonitoreo de Alimentos. Consiste en llevar un registro de los alimentos que consumes. Puede ser diario o puede ser en situaciones específicas. Este tipo de monitoreo también tiene que hacerse con objetivos muy claros y puede enlazarse con cualquiera de los tres anteriores, esto permite lograr grandes progresos!
  • Automonitoreo de conductas saludables. Para algunas personas que buscan mejorar su salud o su peso, funciona más vigilar ciertos hábitos, en lugar de sólo enfocarse en los menús o comidas de un plan de alimentación. Este tipo de automonitoreo consiste en identificar conductas que podemos vigilar, para mantener un estilo de vida saludable, por ejemplo: realización de actividad física, consumo de agua simple, consumo de vegetales, no brincarse algún tiempo de comida, etcétera. Este es de mis tipos de automonitoreo favoritos 😊

Si vives con alguna enfermedad crónica o condición metabólica, un plan de automonitoreo personalizado puede ayudarte a conocer más sobre el efecto que estos padecimientos tienen en tu cuerpo, permite que puedas alcanzar tus objetivos de salud y al final es una gran forma de protegerte a largo plazo de cualquier complicación asociada.

¿Alguna vez has llevado a cabo algún tipo de automonitoreo? ¡Cuéntame tu experiencia!